Hace poco, un día de lluvia, apareció una perrita en la puerta de mi casa. Se me acercó como si ya me conociera de toda la vida. Se paró sobre dos patas, me abrazó el brazo… y no me soltó más. Siempre veo en las redes esas historias de personas que visitan refugios y son abrazados por perritos, dicen que son escogidos por ellos. Siempre me había llamado la atención, nuncá pensé que me podía pasar a mí. Hasta que llegó Renata, una perrita callejera que hoy forma parte de mi familia.
El primer paso: veterinario, control y baño
Sabía que no podía dejarla en la calle, mojada, con frío y ¡super flaquita! A pesar de su flacura, se la notaba amigable, cariñosa, ¡una dulzura! No podía dejarla, así que la hice entrar. Lo primero, ir a la veterinaria, que por suerte está en la esquina de mi casa. Allí le aplicaron la vacuna quíntuple, y me dijeron que es una cachorrona de más o menos 1 año. Le dieron antiparasitarios internos y externos, y se aseguraron de que estuviera en buen estado general. Estaba muy flaquita, así que también empecé a alimentarla bien para que pudiera recuperar peso y poder hacerla castrar.
Luego del control veterinario, vino el baño y el cambio de vida. Renata es una perra joven, tamaño mediano, con una energía desbordante. Le encanta correr, jugar, morder todo lo que encuentra y, claro, subirse a la mesa sin ningún problema. Me di cuenta de que iba a necesitar paciencia… ¡y muchos juguetes!
Castración gratuita
Tres semanas después la hice castrar en el Hospital Municipal, donde el servicio es gratuito. Castrar a una perrita como Renata no solo evita camadas no deseadas, sino que mejora su salud y ayuda a bajar un poco esa energía que no para nunca.
Nueva vida y educación con mucho amor y paciencia.
Tengo dos perritas mayores, de 12 y 11 años, también rescatadas. Están acostumbradas a salir cada mañana a dar una vuelta tranquila, una de ellas, la mayor, tiene artrosis, así que el paseo es parte esencial de su salud. Renata, en cambio, se emociona tanto al salir que llora, salta y arma un escándalo que se escucha a cuadras. Para adaptarnos, decidí hacer dos caminatas: una con las mayores y otra con Renata, más larga, para que se canse, se ejercite y aprenda a obedecer.
Aprovecho esos paseos para enseñarle su primera orden: “sentada”, premiándola con pedacitos de pollo. Y funciona. Estamos aprendiendo juntas.
💛 ¿Qué aprendí de ella?
Cada día con Renata es una lección. Me recuerda que los animales no guardan rencor, que confían, que tienen una enorme capacidad de amar y de adaptación. Renata me enseña a tener paciencia, a estar presente y a disfrutar las pequeñas cosas, como una caminata, un juego o una siesta compartida.
💛 ¿Y si te animás vos también?
Adoptar no siempre es sencillo, pero es profundamente gratificante. Cada día con ella aprendo algo nuevo, y ella también aprende a confiar, a jugar, a vivir con una familia. Lo principal para los perritos es la estabilidad, y ella la ha encontrado ahora con su nueva familia.
💛 ¿Pensás adoptar un perrito joven? Acá van algunos consejitos:
- Lleválo al veterinario lo antes posible.
- Asegurate de vacunarlo y desparasitarlo.
- Castralo cuando sea el momento.
- Dale tiempo para adaptarse: lo que para vos es una casa, para él es un mundo nuevo.
- Usá el refuerzo positivo: premios, paciencia, y mucho amor.
- Canalizá su energía con juegos, caminatas y rutinas claras.
💛 Adoptar salva vidas
Renata llegó a mi vida sin aviso, pero con una claridad hermosa: necesitaba un hogar. Adoptar no siempre es sencillo, pero es profundamente gratificante. Cada día con ella aprendo algo nuevo, y ella también aprende a confiar, a jugar, a vivir con una familia.
¿Estás pensando en adoptar?
Si te conmovió esta historia, te invitamos a considerar la adopción responsable. Hay cientos de perritos esperando una oportunidad en refugios y hogares de tránsito. Una de esas oportunidades puede ser vos.
Si alguna vez pensás en adoptar, no lo dudes. Cambiás una vida... y la tuya también.
💛 Adoptá, no compres.